Autores: Víctor M. García Nieto

 


Historia de la pediatría en Canarias (5). La vacunación de la viruela y la expedición Balmis

Introducción. El María Pita en Tenerife

El 30 de Noviembre de 1.803 partió del puerto de la ciudad de La Coruña a bordo de la goleta María Pita la Expedición filantrópica de la vacuna, viaje científico dirigido por el médico Francisco Xavier Balmis. Su finalidad fue transportar la vacuna de la viruela al continente americano y Filipinas mediante el sistema de inoculación o implantación “brazo a brazo” entre sujetos sanos. Los portadores del fluido fueron niños expósitos del hospicio del Hospital Real de Santiago y del Hospital de la Caridad de La Coruña. Al cuidado de los niños se encontraba Isabel Cendal y Gómez, joven viuda rectora del Hospital de la Caridad que llevó a su hijo de seis años en la Expedición.

De principios del siglo XIX nos han llegado, al menos, dos textos que recogen la llegada del “barco de la vacuna” a Tenerife (figura 1). Se trata del Diario de Juan Primo de la Guerra y los Anales de José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883). Este último personaje, alcalde del Puerto de la Cruz de La Orotava en distintas etapas, escribiría: “Será este año memorable en los anales de este pueblo y de los demás de esta Provincia por haber llegado a Santa Cruz el 10 de diciembre la corbeta española María Pita enviada por S. M. el Rey Carlos IV y su ministro don Manuel Godoy, quién tomó mucho empeño en esta expedición, con varios médicos y diez niños vacunados para establecer y propagar la vacuna en estas Islas. Los individuos de nuestro Ayuntamiento y los vecinos pudientes se subscribieron al instante e hicieron traer el pus de vacuna, de manera que antes que finalizase el año se habían vacunado 395 niños”1. Álvarez Rixo contaba siete años de edad cuando aconteció la arribada del María Pita, por lo que yerra en algunos detalles: el barco llegó el día 9 y los niños eran 22 2. 

En cambio, Juan Primo de la Guerra fue coetáneo de la expedición (figura 2) y, en su Diario, da muchos más pormenores sobre el tema3: 

Lunes 12 de diciembre, en el Valle.- Mi hermana me dice en carta de hoy de haber llegado al mismo puerto el correo de España y de hallarse todavía en Santa Cruz la expedición de niños que de orden del rey pasan a la América para que se propague la inoculación de la vacuna. Los niños mencionados, que son veintidós, fueron recibidos con varios honores militares y la música del batallón. Además de ser correspondientes estos obsequios a las circunstancias de esta empresa, el comandante general se habrá prestado a ellos con la complacencia que le es propia en los actos de beneficencia y humanidad”. 

Lunes 19, en el Valle.- Yo fui a La Laguna el sábado próximo por la tarde, creyendo ver en dicho pueblo las personas que componen la expedición de la vacuna; pero éstas permanecen en Santa Cruz. Ayer se fijó en las plazas principales de la ciudad un bando del comandante general convocando a los habitantes de las islas a participar de este beneficio. Contiene una relación circunstanciada del destino de la expedición y del amor paternal con que el soberano se ha dignado enviarla a sus expensas”. 

Lunes 26, en La Laguna.- Se espera hoy en esta ciudad al profesor de medicina don Francisco Javier de Balmis y demás personas que componen la expedición de la vacuna. Hace el recibimiento el Cabildo, para lo que ha estado aprontándose la casa de Mesa, situada en la calle de la Carrera, y habrá en la parroquial de la Concepción una función de acción de gracias por este beneficio”. 

Martes 27, en La Laguna.- En efecto subieron ayer por la mañana los médicos españoles de la expedición. Hubo en todo el día un numeroso concurso de niños que fueron vacunados, llevando los españoles apuntados el nombre de cada uno, sus padres y el lugar de nacimiento. No subió ayer el director Balmis, a quien se espera hoy que es el día destinado para función de iglesia”. 

Miércoles 28, en La Laguna.- He visto un tratado de la vacuna escrito en francés (figura 3) y traducido al castellano por el director de la expedición philantropica don Francisco Javier de Balmis. Es una colección de las experiencias hechas sobre este descubrimiento.

La historia de su invención, reflexiones sobre sus utilidades y la práctica de su inoculación. Contiene los prólogos del autor y del traductor, el retrato del doctor Eduardo Jenner, descubridor de la vacuna en el condado de Gloucester y una estampa que representa el carácter y progresos de estas viruelas (figura 4), impreso el libro en Madrid en el presente año. También he oído leer una carta del ciudadano Gros que en el día hace en estas islas las funciones de comisario de relaciones comerciales de la Francia, pidiendo al comandante general el permiso para vacunar a una niña, hija del ciudadano Marcelin, y elogiando al mismo tiempo con expresiones enérgicas y elevadas el importante objeto de la expedición y la gloria que de ella resulta al soberano que tanto se complace en difundir por sus dominios el beneficio de la vacuna.

Acompaña a esta carta la contestación del general que, ofreciendo al comisario avisarle el día en que pueda inocularse la hija de Marcelin, le regala un ejemplar de la mencionada obra y al paso que reconoce cuán fundadas son las alabanzas de Gros en aplauso de la expedición de la vacuna, le da de ella una idea más amplia, presentando los puntos geográficos y remotos adonde la nave conduce a su bordo los niños y profesores que depositan el benéfico secreto, recorriendo de paso otros vastos proyectos que en diversos tiempos se encuentran en la historia de la nación española a los cuales se aventaja el presente que, mientras la Inglaterra y la Francia se aprestan para derramar sangre y difundir el terror y la guerra, éste sólo trata de conducir la salud y la vida. Ayer subieron de Santa Cruz el director don Francisco Javier de Balmis y el capitán de puerto don Carlos Adam. Celebróse con toda solemnidad en la parroquial de la Concepción la función de San Juan Evangelista y de acción de gracias por la expedición. Concurrió el ayuntamiento, comunidades religiosas, hermandades y largo número de personas del pueblo. Llevó el guión en la procesión del Sacramento el director Balmis, quien tiene buena presencia y aspecto agradable y se adornaba con el uniforme de su clase, que es azul y encarnado con bordados de oro, ancho y brillante, y asistió a la función presidiendo el cuerpo de los facultativos españoles, quienes se presentaron también con uniforme azul y encarnado, con galón de plata. Predicó el padre Fray Gregorio, franciscano, quién después de haber hecho el elogio de San Juan por su primacía entre los escritores sagrados y por los beneficios de su intercesión a favor de los hombres, celebró las conveniencias del reciente preservativo de las viruelas, pidiendo a Dios por sus progresos y felicidad de la expedición. El Cabildo hizo un largo convite en la casa de Mesa a la que concurrieron el gobernador de las armas, conde de Sietefuentes; el corregidor, el regidor decano don Lope de la Guerra, el personero general don Bartolomé González de Mesa y otros regidores y diputados del Cabildo; el vicario don Josef Martínez de Fuentes; el beneficiado don Antonio Villanueva, quién cantó la misa de la función; el predicador, los marqueses de Casahermosa, de Villanueva del Prado y de la Fuente de Las Palmas, el prior del Consulado, don Juan Próspero de Torres; don Fernando del Hoyo, señor de la villa de Santiago; el castellano don Josef de Monteverde; don Lorenzo Montemayor, subdelegado del Real Protomedicato; don Domingo Saviñón y otros oficiales y paisanos cuyo número casi llegaría a cuarenta personas. El regidor don Juan Tavares leyó en la mesa una oración gratulatoria, escrita por uno de los profesores españoles a los obsequios y atenciones con que la expedición ha sido recibida en el país y se brindó por el rey, por el comandante general, por el Cabildo, por la expedición y demás atenciones del día. El director Balmis, antes de comer, como profesor, como traductor del Tratado de la vacuna y como encargado verbalmente por los reyes del éxito de esta empresa, presentes los que están nombrados, hizo de ella en conversación una exposición circunstanciada que por todos fue oída con sumo gusto. Elogió al profesor don Domingo Saviñón, a cuya instrucción y conocimiento dijo que podrá dejar confiada la continuación y conservación de la vacuna en esta ciudad. Allí habló de este descubrimiento desde su origen en Gloucester hasta su actual estado, las contradicciones que ha sufrido y la importancia de su práctica, el derrotero de la embarcación y la ternura con que los reyes aún con lágrimas pusieron a su cuidado el desempeño de este encargo, siendo su voluntad que se extendiese hasta las Filipinas. Balmis y sus compañeros, poco después de la comida, se volvieron a Santa Cruz, donde los esperaba el comandante general para inoculación de algunos niños que han venido a vacunarse de la isla de Canaria. Yo me hallé a la función de iglesia y permanecí en la casa con los demás convidados hasta la despedida de la expedición”. 

Domingo 1 de Enero, en La Laguna.- Se espera que el comandante general suba luego a esta ciudad. El víctor que se fijó en su casa de Santa Cruz, en la noche del 28 próximo pasado, es el que sigue: 

  

A Carlos Cuarto, el Rey más ilustrado 

y de la más cordial filantropía, 

propagar por el Orbe competía 

el remedio de un mal inveterado. 

Carlos con el “corpax” en su reinado 

de la viruela atroz la tiranía 

va a extrañar de su inmensa monarquía, 

sin olvidar el suelo afortunado. 

Nivaria, pues, consagra su montaña, 

qual Avila y qual Calpe por coluna (sic)

al que de la hidra triunfa y de su saña 

y nunca olvidará que la vacuna 

se la remite el Hércules de España, 

por el jefe en quien funda su fortuna 

  

Dícese que es compuesto por don Pedro Murga, presbítero del mismo pueblo. La expedición permanece todavía en él. Se dice que el doctor Balmis y demás profesores que la componen subirán otro día a esta ciudad solamente por recreo”. 

Martes 3, en el Valle.- Ayer por la mañana subieron a la ciudad el director Balmis y demás de la expedición de la vacuna; fueron a Las Mercedes, convidados por el corregidor, quien convidó también para acompañarlo a los marqueses de Villanueva del Prado y de Las Palmas, a los regidores don Ventura Salazar y don Juan Tavares y varios otros capitulares y vecinos del pueblo”. 

Domingo 15, en el Valle.- Desde el 6 del corriente salió de Santa Cruz la expedición de la vacuna”3. 

En efecto, la fragata María Pita zarpó el día de Reyes con rumbo a Puerto Rico. Hasta aquí, un resumen de las actividades de los pasajeros del barco de la vacuna durante su estancia en Tenerife narradas por coetáneos suyos. En general, la expedición tuvo amplia aceptación, aunque en algunas islas hubo reticencias, especialmente en la isla de La Palma. 

La vacuna en algunos niños de Gran Canaria y de otras islas

Casa-Cagigal -Capital General de las Islas Canarias4– escribió a la Audiencia y al Cabildo de Gran Canaria, explicando que podía quedar asegurada la vacuna fresca, conservándose largo tiempo en estas Islas, “si todos contribuimos a ver realizadas las paternales intenciones”, por lo que enviaban algunos vidrios con linfa y cuatro ejemplares del tratado de Moreau (figura 3). Unos cuantos niños fueron enviados desde Gran Canaria con sus padres, ocupándose el cabildo lagunero de los gastos2. Sin embargo se había rumoreado que los niños no iban a regresar, sacándolos la Real Expedición del Archipiélago. Por lo cual, según el relato de Gregorio Chil y Naranjo, el Comandante General tuvo que disipar los bulos en una carta para que pudiera organizarse la pequeña expedición, porque “los mal intencionados, los ignorantes, los excesivamente tímidos habían esparcido voces en ocasiones que traen graves perjuicios a la causa pública. Entre otras, como la de que esta expedición debe llevarse niños de estas Islas. Y ella, aunque es falsa, aterra a los padres que ignoran que Su Magestad no quiere que se verifique sin su consentimiento”5.

Unas líneas más arriba se ha indicado que el miércoles 28 de diciembre se inocularon “algunos niños que han venido a vacunarse de la isla de Canaria”. Así, se fletó una embarcación para trasladar a Santa Cruz siete niños acompañados de sus padres, los cuales fueron generosamente gratificados por el Obispo Don Manuel Verdugo Albiturría. 

Nos lo cuenta Juan Bosch Millares: “Marcharon también don Agustín Collado, como cirujano, un practicante y el escribano mayor, siendo despedidos por una representación de la ciudad. Terminadas las correspondientes operaciones, regresaron a esta ciudad el 2 de enero de 1804 siendo recibidos por el Obispo, Corregidor y numeroso acompañamiento en el sitio denominado Molino de Viento. Una vez en la puerta de Triana, se hizo una salva de 15 cañonazos por los castillos de Santa Ana, Mota y una goleta de Guesala. Más tarde, se incorporaron las personas más caracterizadas, tanto eclesiásticas como seglares hasta la casa del Corregidor, donde era tanta la gente presente que apenas se podía caminar por las calles. En el balcón de la esa estaba alojada una orquesta que no acaba de tocar mientras duró la ceremonia”6.

La vacunación de los niños de Lanzarote y su recibimiento a su vuelta a la capital de la isla Teguise, ha sido narrada en nuestro libro sobre el tema2.

El retraso de la llegada de los niños palmeros a Tenerife obedeció a la desconfianza y el recelo de la población, por lo que el Beneficiado de la Iglesia de El Salvador, Don Manuel Díaz, icono de la clerecía palmera ilustrada, consiguió que desistiesen de sus dudas merced a la homilía que dictó el 1 de enero de 1804 durante la misa. La fragata María Pita zarpaba el día de Reyes con rumbo a Puerto Rico. Poco después arribaban los chicos palmeros. Tuvieron que ser vacunados por los profesores santacruceros. No por ello, fueron menos agasajados que sus predecesores. “Se dice que damas de aquella ciudad -de San Miguel de La Palma- se esmeraron en adornarlos; que traen gorras, bordadas en ellas armas de la isla”3. 

“La expedición de Balmis, tras una estadía de 27 días, cubierta con éxito su primera etapa, continua su periplo. Éxito en un doble aspecto, difusión del nuevo método y el hecho de que no hubiera sobrevenido en el Archipiélago ni un solo accidente. Ya que los niños vacunados por los profesores de la expedición han pasado la erupción felizmente”7.

 

Bibliografía

1. Álvarez Rixo JA. Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava (1701-1872). Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife y Patronato de Cultura del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, 1994, pp. 178-179

2. García Nieto V. El barco de la viruela. La escala de Balmis en Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea 2004

3. Primo de la Guerra J. Diario I. 1800-1807. Madrid: Aula de Cultura de Tenerife, 1976, pp. 153-157, 200-201 y 218-228.

4. Fernando de Cagigal de la Vega y Martínez Niño. Disponible en: 

https://dbe.rah.es/biografias/14180/fernando-de-cagigal-de-la-vega-y-martinez-nino

5. Chil y Naranjo G. Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias. Primera Parte. Historia. Tomo I. Isidro Miranda: Las Palmas de Gran Canaria 1876.
Fondos archivísticos y bibliográficos de El Museo Canario

6. Bosch Millares J. Historia de la Medicina en Gran Canaria. Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria: Las Palmas de Gran Canaria 1967

7.  De Bethencourt Massieu A. Inoculación y vacuna antivariólica en Canarias 1760-1830. V Coloquio de Historia Canario-Americana (tomo II). Madrid: Ediciones de la Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas y del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1985, pp. 279-307.