María Sabrina González Santana
Jefe de Servicio de Psiquiatría Infanto-Juvenil. Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno-Infantil, Las Palmas


La OMS define la adolescencia como el período de crecimiento y desarrollo que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años. Es una etapa de transición, una de las etapas más importantes en la vida del ser humano y que se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y de cambio (https://www.who.int/maternal_child_adolescent/topics/adolescence/dev/es/).

Durante la adolescencia se van a producir una serie de hitos madurativos imprescindibles como son la elaboración de una identidad propia, la aceptación de su imagen, la pertenencia a un grupo y la independencia de los padres.

Pero también se trata de un momento de máxima vulnerabilidad para el desarrollo de psicopatología y problemas de salud mental. Entre el 10 y 20 % de los adolescentes presentan patología mental, que no siempre es atendida. Se sabe que hasta 2/3 de la patología adulta psiquiátrica ha tenido su debut en la adolescencia.

En la adolescencia comienzan a aparecer algunos trastornos psiquiátricos que no habían debutado previamente: trastornos afectivos, de la conducta alimentaria, trastornos psicóticos, conducta suicida, rasgos disfuncionales de la personalidad o consumo de sustancias, y pueden agravarse o resolverse otros trastornos ya presentes en la infancia (trastornos vinculares, t. Ansiedad y TEA). La comorbilidad va a ser una constante en esta franja etaria. Es imprescindible una adecuada intervención en este momento para evitar la cronificación de estos trastornos y el posible mal pronóstico.

La situación de la salud mental en niños y adolescentes en contexto de pandemia se ha agravado, multiplicándose la demanda de atención por 2 y por 3, en función del trastorno y del nivel de atención, suponiendo un importante factor desencadenante para el debut y agravamiento de patología psiquiátrica en adolescentes.

La adolescencia supone un período ventana relevante para una adecuada valoración e intervención precoz de la patología psiquiátrica, ya que es un período de máxima vulnerabilidad, pero a la vez, la ausencia de cronicidad y la falta de cristalización en las presentaciones favorece que las intervenciones sean más efectivas, mejorando el pronóstico de dichos trastornos.